Travesías invernales

Travesías invernales

Eran varias las travesías que por el corazón de la Sierra Nevada se hacían a lo largo del invierno, por lo general durante los meses de enero-La banda de los 5 Magníficos, en el refugio de Río Seco, preparando el asalto a la diligencia, 1981 (Juan y Nono toman buena nota de cómo Momo y Pepe Ríos ponen las correas a los crampones, mientras Miguel observa con atención)febrero, cuando la sierra se encontraba por lo normal completamente cubierta por un manto de nieve de varios metros de espesor. Era tradición que cuando un socio nuevo subía por primera vez con la peña a un pico de más de 3.000 metros se le bautizaba en la cumbre rociándole la cabeza con nieve, rezando a continuación una oración, una ceremonia emotiva y entrañable que iba acompañaba de todo tipo de bromas para con el neófito.

Trevélez

El refugio “Félix Méndez”, en Río Seco, era la base central para la travesía invernal a Trevélez, que se hacía en dos días, pernoctando en el refugio. Una de las travesías dignas de reseñar fue aquélla en que Pepe Ríos, por la edad, se despedía de las travesías invernales. Era un mes de febrero. Se formaron dos grupos; el de la “primera división” subiría a Río Seco por la vereda de la Estrella, Cueva Secreta, río Valdeinfierno y Laguna Larga para, por los Crestones, llegar al refugio, donde se encontraría con el grupo de la “segunda división”, que subiría desde el albergue universitario por las Posiciones del Veleta, Cilindro y Paso de los Machos (es decir, el itinerario normal de invierno, menos dificultoso que el primero).

El segundo grupo, en el que iba Pepe Ríos, cruzó el Paso de los Machos y la bocana con gran dificultad por la mucha cantidad de nieve y grandes placas de hielo que había, encordados y ayudándose unos a otros. Tras un descanso, en que Juan Valladares ayudó a Pepe Ríos a cargarse la mochila, notó que ésta llevaba un peso excesivo, aunque no dijo nada. Llegados al refugio de Río Seco, Gerardo, el guarda, preguntó por los “primeras”; cuando se le dijo el recorrido que traían se echó las manos a la cabeza diciendo que por allí era peligrosísimo subir por la gran cantidad de hielo que había, hasta el punto de que el día anterior unos montañeros franceses experimentados se habían tenido que volver. Ante este panorama empezaron a preocuparse pues caía la tarde y no había señales del primer grupo; finalmente, cuando se apagaban los últimos rayos de sol y comenzaba a anochecer, llegaron, agotados pero contentos, Pedro, Serrano, Nono, Pepe Luís, Rocino, Sanjuan, Casinello y Osorio. Gerardo los felicitó por la subida tan difícil que habían hecho y los bautizó de nuevo diciendo que desde entonces los conocería como “los garallones del Purche”. Osorio, que llegó extenuado, apenas cenó y se acostó enseguida.

Juan Valladares, en Trevélez, sirviendo la cenaAquella noche, como en otras ocasiones, se preparó la cena (Juan Valladares, que para este menester se “pintaba” solo –no en vano, en sus últimos años en activo como policía nacional había desempeñado funciones de cocinero del cuartel-, llevaba en su mochila fideos, un pollo, una docena de huevos cocidos y todo lo necesario para preparar una suculenta sopa), cena que a un grupo de montañeros extranjeros con los que compartieron el refugio, y a los que invitaron, les supo a gloria.

Tras la cena, se descubrió la causa del excesivo peso de la mochila de Pepe Ríos, y es que en ella llevaba dos botellas de champán y una caja de dulces pues aquél día había cumplido ¡72 años! ¡Increíble Pepe Ríos, todo un ejemplo de montañero!. Era costumbre después de cenar, mientras se comentaban las incidencias de la jornada, jugar unas partidas de bingo (también era Valladares el encargado de subir en la mochila uno pequeño que él tenía), del que Gerardo decía, refiriéndose con sorna a la cuantía del premio, que era “el bingo más alto de España”.

A la mañana siguiente, tras desayunar, venía la subida al Mulhacén desde la Caldera y, por el Chorrillo o por Culo Perro, bajada a Trevélez, donde finalizaba la travesía y esperaba la furgoneta que los trasladaría a Granada. Pero visto que Eduardo no se recuperaba plenamente de la dura subida del día anterior, la segunda división decidió no subir al Mulhacén y acompañarlo por la pista -por el itinerario que unos años antes se había convertido en el famoso y desgraciado “paso de los franceses”- para encontrarse con el primer grupo en el Chorrillo y bajar, ya todos juntos, a Trevélez. Antes de llegar al Chorrillo una densa niebla invadió al grupo, tan espesa que hubieron de parar durante más de una hora. Por el walki-talki comunicaron a Rocino su situación, quien les dijo que el primer grupo había llegado ya a Trevélez, sin novedad. Como la niebla se hacía cada vez más espesa decidieron, en lugar de bajar a Trevélez, hacerlo a Capileira por la carretera, lo que al menos les daba la seguridad de no perderse. Así se lo comunicaron por radio al primer grupo.

invernales1Al poco de comenzar a andar vieron subir por la carretera un todo-terreno, que pararon, para pedirles a sus ocupantes (dos muchachos jóvenes) si podían bajar en el coche a Eduardo, que continuaba mal, hasta Capileira, a lo que en seguida se ofrecieron, bajándose también en el mismo coche, además de Eduardo, Pepe Ríos y Miguel Martínez, y con ellos las mochilas de los demás. El resto del grupo (Mavit, Valladares y Miguel Serrano) continuaron andando, cuando al poco vieron subir otro coche; Valladares, que de tonto no tiene un pelo, le dijo a Serrano que se hiciese el cojo y cuando el coche llegó a su altura lo paró y pidió al conductor (una pareja que iba al mirador de Trevélez a hacer fotos)si los podían bajar a Capileira pues llevaban un lesionado, con lo cual se ahorraron de andar unos 10 km de pista. Cuando los que habían bajado en el primer coche les vieron llegar tan pronto a Capileira se extrañaron y Juan les dijo que habían encontrado una vereda que recortaba mucho camino (pero Miguel no se tragó el “rollo”).

Son numerosas las crónicas existentes acerca de la travesía invernal a Trevélez; no en vano era, con la que al mismo pueblo tenía lugar en verano, la excursión clásica de la peña. También los recuerdos de esta travesía son los más entrañables y emotivos que traen a la memoria todos los “purcheretes” que participaron en ella a lo largo de los años. Transcribimos pues, a continuación, algunas de estas crónicas:

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Crónica del diario Ideal, sin fecha:

“Marchas al Dornajo y travesía del Veleta de “Los Amigos del Purche”.

Para la travesía partieron de Borreguiles, camino de Río Seco, pasando por la Carihuela, Loma de los Machos, Mirador de los Corrales de Valdeinfierno y Raspones de Río Seco, todos estos lugares bajo una fuerte ventisca, llegando a las cuatro y media de la tarde al refugio de Félix Méndez.

El domingo por la mañana, sobre las nueve, partieron camino del Mulhacén, pasando por la laguna de la Caldera, estando ésta tapada por la nieve, llegando a la cima del Mulhacén a las once y media de la mañana y desde este lugar por la loma caminaron al Chorrillo, donde almorzaron, y a las tres de la tarde emprendieron la marcha hacia Trevélez por la loma de los Peñoncillos y los Pinos, llegando a Trevélez a las cinco y media.

Componentes de la marcha: Antonio Sánchez, José González, José Ríos, Juan Valladares, Julio Molina, Jerónimo Camero, Miguel Martínez, Pedro Soria, Manuel Osorio”.

Los participantes en la travesía posando delante del refugio “Félix Méndez”2

Crónica de Miguel de la travesía invernal a Trevélez realizada los días 28 de febrero y 1 de marzo de 1987:

Travesía invernal Prado Llano–Mulhacén–Trevélez.

Día 28 y 1 de marzo de 1987.

Tiempo bueno y la nieve buena para andar.

Componentes de la marcha: Rafael Garrido, Miguel Martínez, Enrique Martín, Antonio Palacios, Jerónimo Camero, Conchi Palacios, Ramón Jiménez, Gabriel Palacios, Juan Anguita, Vicente Vidal, Fernando Palacios, José Serrano, Alberto Amorós, más ocho amigos.

Salida a las 10 de la mañana en el coche de línea de Bonal. Salida de los Albergues a las tres de la tarde. Llegada a las 5,5 de la tarde del día uno de marzo a Trevélez.

Recorrido de la marcha fue Albergues-Loma del Veleta-Carihuela-Loma de los Machos-Río Seco-Loma Pelada-Tajos de la Laguna de la Caldera-Mulhacén-Loma del Mulhacén-Chorrillo-Barranco del Chorrillo-Trevélez.

El coche de línea de Bonal nos dejó en Pradollano y no subió a los albergues. La marcha se hizo a las tres de la tarde. La llegada a Río Seco fue a las nueve de la noche por el retraso que nos produjo Bonal, que fue de cuatro horas, teniendo que hacer el recorrido desde la Loma de los Machos hasta Río Seco con linternas porque la noche se nos echó encima. Hay que destacar el que Juan Valladares que nos acompañó hasta las tres de la tarde para desde los Albergues volverse para Granada.

Nuestro compañero Fernando Palacios nos puso un autocar para el regreso de Trevélez a Granada”.

Bromas y risas, mientras el grupo espera que se cocine la sopaEl Secretario del grupo, con fecha 5 de marzo, hizo una reseña de esta misma travesía para enviar a la prensa, que fue publicada en el periódico El Día de Granada, y cuya crónica transcribimos a continuación:

LOS “AMIGOS DEL PURCHE” EN EL MULHACÉN

“Los días 28 (de febrero) y 1 de marzo, 21 montañeros del Grupo emprendían su segunda travesía invernal de esta temporada, Prado Llano, Mulhacén, Trevélez. La marcha se inició en Prado Llano, por la Virgen de las Nieves y la loma del Veleta hasta el popular Cilindro, pasando a la cara sur de Sierra Nevada, continuando la marcha por la Carihuela, Paso de los Machos y Mirador de Valdeinfierno, hasta Río Seco (el Paso de los Machos fue muy penoso y difícil ya que se efectuó de noche alumbrándose con linternas) donde se cenó y pernoctó en el refugio de Félix Méndez.

Al día siguiente se emprendía la marcha hacia el Mulhacén, subiendo la Loma Pelada, pasando por los Crestones de la laguna de la Caldera, totalmente cubierta de nieve (el paso por los Tajos fue difícil debido a la gran cantidad de nieve y las peligrosas pendientes) y ya hacia la 1 de la tarde se coronaba la cota de los 3.482 mts del coloso Mulhacén. En dicha cumbre recibieron el bautizo de nieve 8 montañeros del grupo.

Se continuó hacia el Chorrillo donde se almorzó para seguir hasta Trevélez donde se llegó a las 5,30 de la tarde.

Felicitamos a todos los componentes de esta travesía por su comportamiento y en particular a nuestra compañera Conchi y a nuestro magnífico reportero Rafael Garrido por su labor”.

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Crónica de Miguel referente a la excursión llevada a cabo los días 9 y 10 de febrero de 1991:

Tiempo regular; paso de los Machos difícil;en la bajada del Chorrillo a Trevélez despiste por la niebla, Rafa encontró el camino después de esperar que la niebla se marchara. Salida del Salón a las 8,30; llegada a Río Seco a las 4,5 de la tarde; salida de Río Seco a las 10; llegada a Trevélez a las 5 de la tarde.

Componentes: Enrique, Valladares, Mavit, Rafa, Pedro, Compadre, Pepe Luís, Sanjuan, Osorio, Vicente, Serrano, Palacios, F. Palacios. González y Miguel estuvieron en el Calar; tiempo regular”.

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Crónica de Miguel relativa a la travesía realizada el 27 y 28 de marzo de 1993:

Salida el 27, sábado a las 8 de la mañana del barranco San Juan; llegada a Trevélez a las 5 de la tarde del 28. Vereda de la Estrella, Real, Cueva Secreta donde se desayunó a las 11,15; salida para Laguna Larga a las 12; parada en la base del Espolón de Juego de Bolos a las 13, donde Miguel Martínez (es él quien escribe) se volvió por no tener las fuerzas para superar la subida hasta los Crestones de Río Seco, llegando a las 6 de la tarde. El resto continuaron, tardando desde el sitio de mi vuelta 5 horas pasando muchas dificultades, hasta algunos aludes, los cuales les advertí, y los pasos difíciles; la prueba es que tenían pensamientos de subir al Mulhacén y Alcazaba, no subiendo nada más que al Mulhacén unos pocos como Carina, Enrique, Rocino, Pedro, Pepe Luís y Osorio; el resto se fueron por la carretera para bajar por el Chorrillo unos y otros por la Loma de Enmedio. Serrano y M. Serrano salieron el sábado a las dos por el Veleta. Componentes: Enrique, Carina, Sanjuan, Rocino, amigo de Sanjuan, Palacios, Pepe Luís, Osorio hijo, Fernando, M. Martínez, Pedro, Hervás, Serrano y M. Serrano. 27 y 28/03/93”.

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invernales6Crónica de Miguel, sin fecha, aunque se trata de la misma excursión cuyo relato nosotros hicimos más arriba –que se ve completado por el de Miguel-, pues fue aquélla en la que Pepe Ríos cumplía 72 años y se retiraba de las travesías invernales:

26 y 27 (no aparecen más datos sobre el mes y año).

Un grupo formado por Enrique, Palacios, José Luís, Hervás, Osorio, Sanjuan y Fernando, partieron el sábado 26 del Barranco San Juan a las 8 de la mañana camino del refugio de Río Seco, llegando a dicho refugio a las 6,5 de la tarde. En este recorrido no administraron bien las fuerzas y desde el barranco de San Juan empezaron muy fuertes hasta Cueva Secreta, para desde este lugar tomar la Majada del Palo camino de la laguna de la Mosca, donde dos componentes pagaron el esfuerzo hecho en la vereda de la Estrella (Sanjuan y Osorio). La nieve estaba regular, primavera, y en algunos sitios se hundían. En el refugio de Río Seco se juntaron con otro grupo que partieron desde los Albergues–Veleta–Machos y Río Seco, donde cenaron y durmieron; este grupo está formado por Valladares, M. Martínez, M. Serrano, Antonio Garrido y Ríos, con 72 años.

Al día siguiente, domingo 27, a las 9½ salimos todo el grupo camino de Cerro Pelado para bajar a la laguna de la Caldera por su lateral derecho y en este lugar nos dividimos en dos grupos, uno tomó el camino del Mulhacén y Alcazaba, para bajar a Culo Perro y desde este lugar a Trevélez, llegando a las 6 de la tarde, que fueron Enrique, José Luís y Palacios, y el otro grupo formado por Fernando, Hervás, Sanjuan, M. Serrano, Osorio, Garrido, Valladares, Martínez y Ríos, tomaron camino del Chorrillo-Trevélez por la carretera; en el Paso de los Franceses este grupo se divide en dos por lo difícil que estaba el Paso de los Franceses; Miguel dijo de ponerse los crampones para tener más seguridad; los primeros como Fernando, Sanjuan, Hervás y M. Serrano no se los pusieron y pasaron con muchos apuros este paso; Valladares, Ríos, Osorio, Garrido y Miguel se pusieron los crampones, tiempo que aprovecharon los primeros para largarse camino de Trevélez. Desde este lugar Paso de los Franceses pasamos todos cómodos, encontrándonos en el camino al Chorrillo a Miguel Serrano, que había perdido el contacto con el grupo de Fernando por ser el más lento en el Paso de los Franceses y los perdió de vista a causa de una niebla fortísima. Ya continuamos todos hasta el Chorrillo, donde comimos y estuvimos tanteando la bajada a Trevélez por el Barranco del Chorrillo o por la vereda de los pinos, intento fallido por la niebla tan intensa, tomando la decisión de bajar por la carretera de Capileira, y a unos 3 km de marcha encontramos un coche que se volvía por la niebla; le pedimos el favor de bajarnos a Ríos y este ángel nos dijo que bajaba a Ríos y dos más y los macutos de todos, y nos dejó en Capileira a las 3 y a las 3,5 aparecieron los otros, que los había bajado otro ángel; por esto es un milagro como estaba el día de niebla encontrar dos coches que nos bajaran a Capileira. Almorzamos, también llamamos a Trevélez para ponernos de acuerdo para que el microbús nos recogiera al regreso, recogiéndonos a las 7½ de la tarde, tomando rumbo a Granada, donde llegamos a las 10 de la noche

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Pero al igual que ocurría en verano, también en invierno se iba hasta Trevélez por otros itinerarios que no pasasen obligatoriamente por Río Seco, como era la excursión que tenía su inicio en Jérez del Marquesado, a la que pertenece la siguiente crónica redactada por Miguel relativa a la llevada a cabo el día 13 de febrero de 1994:

Tiempo bueno, mucho aire, con una fuerza de llegar a tirar a Valladares.

Salimos a las 6 de la mañana del Salón y de la Pista forestal de Jeres un poco más abajo del Refugio que están haciendo camino de Trevélez por Cerro Pelao, Lagunas Juntillas donde comimos, camino de la Junta de los Ríos y el río de Trevélez, para llegar a casa Pedro donde nos tomamos la célebre sopa jamonera, cerveza, etc. En esta travesía nos retardó la marcha tres horas el viento y Miguel Martínez que el viento lo frenaba subiendo; esto retrasó al grupo dos horas; el 1º grupo, Enrique, Carina, Pedro y José Luís, 8 tarde; 2º grupo, Sanjuan y Palacios, 8½; y 3º grupo, Valladares y Miguel, 10½, con el atenuante que todo el río Trevélez lo hicimos de noche con linternas. Por eso este grupo tardó media hora más de lo previsto (en realidad fueron dos horas más, como con anterioridad ha dicho). El final bueno y en Granada 1 de la noche”.

De esta misma excursión también redactó una crónica Juan Valladares, mucho más completa que la de Miguel, cuya copia se encontraba junto con los papeles de éste (no olvidemos que Juan era el Secretario del grupo). Como en otros casos, el relato difiere en algunos puntos, lo cual no hace sino completar ambas crónicas entre sí; así por ejemplo, Miguel no hace referencia a la gran nevada que les sorprendió por el camino, mientras que sí menciona la fuerza del viento que los retrasaba, algo a lo que también alude Juan, así como la caminata durante la noche a la luz de las linternas:

Travesía invernal Jérez del Marquesado–Trevélez.

La furgoneta de Eugenio nos llevó hasta el refugio del Posterillo y desde allí, por el cortafuegos, nos desviamos hacia el barranco del Alhorí, ya con bastante nieve, en dirección al Picón de Jeres. Llegamos a Lagunas Juntillas, las cuales estaban totalmente cubiertas de hielo; como había grandes dificultades para encontrar referencias de la acequia del Horcajo, decidimos seguir toda la cuerda del Horcajo Alto y conectar con la vereda de la acequia que baja de Vacares. Miguel y yo nos quedamos un poco retrasados ya que corría una gran ventisca que en un momento dado a mí me cogió un poco a traspiés y el viento me llevó en volandas cinco o seis metros como si fuera una pluma (menos mal que Miguel se tumbó en el suelo), a consecuencia de lo cual quedé algo magullado. Cuando conectamos con la vereda de la acequia (totalmente cubierta por una gran capa de nieve), ante la dificultad con que marchábamos le dijimos a los “fieras” que se adelantasen pues la furgoneta llegaría a recogernos a Buscando la entrada del refugio ElorrietaTrevélez a las 7 de la tarde y nosotros iríamos más lentos. Al llegar a la junta de los ríos nos encontramos con que la vereda estaba cortada a consecuencia de un alud de nieve que había arrastrado grandes piedras y aunque vimos las huellas de los que iban delante nosotros no nos atrevimos a pasar y dimos un gran rodeo, lo cual nos hizo perder casi dos horas. Cuando encauzamos la vereda del río, que nos llevaría hasta el pueblo, estaba ya oscurecido y aún nos quedaban tres horas de marcha durante una noche oscura y sin luna. Comimos algo, nos quitamos los crampones y preparamos las linternas (menos mal que las llevábamos), pero cuando llevábamos un rato andando por el río entre nieve y agua empezaron a fallar las pilas por lo que fuimos apagando una y encendiendo otra para que de esta forma se recuperaran. A casa Pedro llegamos a las diez de la noche, aunque un poco antes de llegar al pueblo encontramos al “equipo de rescate” que venían en busca nuestra. En esta travesía participamos Enrique Casinello, Pepe Luís Martín, Pepe Serrano, Pepe Sanjuan, Pedro Soria, Miguel y yo”.

Con la de Trevélez no acababan las travesías invernales, había otras muchas que tenían lugar a lo largo de los meses de invierno, alternándolas con las de baja montaña (según los estatutos, se debían de alternar dos marchas de baja montaña y una de alta). Las más comunes solían ser:

Jeres – Güéjar Sierra

Crónica del diario Ideal, sin fecha NOTA 25

“Travesía invernal Jeres–Güejar Sierra realizada por ‘Los Amigos del Purche’.

Prosiguiendo con sus recorridos montañeros, el Grupo Amigos del Purche ha efectuado dos marchas que han tenido como objetivo la Boca de la Pescá y una travesía invernal con el recorrido Jeres–Güejar Sierra.

Para la travesía invernal, la salida fue desde el refugio forestal del Posterillo, por una vereda existente a media ladera hasta el barranco de Mahoma, tomando aquí el camino de las Peñas de Vicente, donde hicieron una parada obligada para desayunar y reponer fuerzas para iniciar la dura subida al Picón de Jeres, de una altitud de 3.094 metros, continuando la marcha hacia los Lavaderos de la Reina, donde aparecieron las primeras placas de hielo hasta mediada la Loma de Maitena. Aquí descansaron y almorzaron después de la dura marcha de nueve horas, continuando camino de Güejar por la loma de las Cunas de los Cuartos, pasando por Maitena y terminar la travesía en el pueblo de Güejar Sierra”.

Pico del Caballo

Marcha al CaballoCrónica de Juan Valladares:

Travesía invernal al Caballo.

Aquél día había una gran nevada, los Lagunillos de la Virgen totalmente cubiertos, por los Tajos de la Virgen no se veía ni rastro de vereda. Iniciamos la subida abriendo huella como siempre en cabeza Miguel y Rafael. Cuando llegamos a la cima en donde teóricamente tenía que estar el Refugio de Elorrieta era tanta la nieve acumulada que no se veía ni rastro del refugio. Por referencias e hincando los piolet pudimos dar con el arco que daba a la entrada noroeste, donde nos pusimos a cavar como desesperados pues la noche se acercaba y había que pernoctar; al poco apareció un trozo de chapa verde de la entrada y por fin pudimos abrir la puerta, aunque sólo una pequeña rendija, por donde se coló el Nono, quien nos dio unas palas que había dentro y pudimos limpiar toda la entrada. Dentro había una temperatura de unos 4 ó 5 grados bajo cero. Hicimos una sopa con los infiernillos, con nieve derretida, y con una bota de dos litros de vino “palo cortado” que yo llevaba entramos en calor y pudimos dormir bien abrigados a pesar de los ronquidos del Nono.

A la mañana siguiente decidimos emprender la marcha hacia el Caballo; desechamos la ruta de Vereda Cortada y pasar por el Torzal del Cartujo, siguiendo la cuerda. Casi a la mitad de camino vimos a dos montañeros casi despistados que habían pasado la noche en Refugio Colorado y se dirigían hacia el Universitario; les convencimos de que era muy peligroso y les invitamos a que se vinieran con nosotros, para subir al Caballo y bajar hasta Nigüelas. Habían oído hablar de nosotros y enseguida se apuntaron a la Peña, convirtiéndose en grandes montañeros: eran Enrique Cassinello y Ramón Medina; Enrique fue, hasta el derribo del Refugio de Río Seco, guarda del mismo, en unión de nuestro gran amigo Gerardo