Anexo II

Anexo II

La montaña y sus peligros

Las particularidades climáticas de la montaña son bastante diferentes de las del llano, pues el clima de la montaña es tanto más diferente del de la llanura cuanto mayor es su masa y su altitud. En ella es normal el cambio brusco del tiempo. Las principales particularidades climáticas de la montaña que difieren respecto de las del llano son la temperatura, la presión atmosférica, las precipitaciones y los vientos.

1.- Temperatura

foto1La temperatura media en la montaña es menor que en terreno llano y está sujeta a variaciones bruscas. Estas variaciones se producen por la poca densidad y transparencia que el aire tiene en las alturas, que hace actuar al sol con una gran potencia sobre el terreno pero sin calentar el aire que le rodea. En cuanto desaparece la acción solar, el terreno sufre una rápida pérdida de calor y consiguiente descenso de temperatura por no tener el soporte del aire caliente.

Estas variaciones de temperatura son constantes. Las hay entre el día y la noche, entre las caras norte y sur, entre las zonas batidas por el viento y las abrigadas, entre una zona boscosa y otra desprovista de vegetación, etc.; incluso una simple nube puede hacer variar la temperatura, al ocultar el sol. Asimismo, la temperatura varía también con la altitud, de forma que ésta desciende aproximadamente unos 6,5º C por cada 1.000 metros que se ascienden.

2.- Presión atmosférica

La disminución progresiva de la presión atmosférica a medida que aumenta la altitud crea dificultades para la vida. Entre otros problemas, surge el de la disminución parcial de los diversos gases que integran la atmósfera, en especial el oxígeno, un gas indispensable para la vida que se encuentra en el aire en una proporción del 21%, el cual con la altitud pierde presión y, como consecuencia, tiende a desaparecer a medida que aumenta ésta, creando dificultades para el desarrollo de la vida a partir de los 4.000 metros, en que surgen trastornos orgánicos por el enrarecimiento del aire y la consiguiente dificultad para realizar normalmente las funciones respiratorias. Esta falta de oxígeno obliga a una adaptación progresiva que debe realizarse bajo vigilancia médica. Se puede asegurar que en alturas superiores a los 6.000 metros resulta prácticamente imposible la vida con carácter permanente.

3.- Precipitaciones

Las zonas montañosas favorecen las precipitaciones, que son más frecuentes e intensas que en el llano. El relieve provoca por sí mismo condensaciones; los frentes de lluvias, al chocar con las montañas, se estacionan y las corrientes ascendentes y descendientes, así como las variaciones de presión y temperatura, provocan las lluvias.

La humedad y el frío aumentan con la altitud. A partir de los 1.500 metros la cantidad de lluvia empieza a decrecer, convirtiéndose frecuentemente en nieve, fenómeno que a partir de los 3.000 metros se hace habitual, sobre todo en época invernal. La nieve presenta diversos aspectos, que dependen tanto de la temperatura reinante en el momento de la nevada como de la acción posterior del sol, la lluvia, el viento, etc., dando lugar a nieve polvo, helada, costra, mojada, granulosa, primaveral, fundente, etc. Para que la precipitación en forma de nieve se produzca tiene más importancia la humedad que el frío reinante, aunque los dos son necesarios, juntamente con la presión absoluta.

La duración de la nieve depende de la cantidad caída y de la temperatura existente. En las montañas templadas el espesor es mayor garantía para que dure la nieve que el frío reinante; la capa de nieve que no alcanza 25 cm. de espesor funde rápidamente debido a que el calor diurno atraviesa esos 25 cm. sin ninguna dificultad.

foto54.- Vientos

La intensidad del viento en las montañas es mayor que en el llano pues encuentra menos obstáculos que lo frenen. En la montaña actúan tanto los vientos generales como aquéllos que se forman en ella de una manera particular; todos ellos sufren transformaciones tanto en intensidad como en su dirección de desplazamiento, pues los valles los canalizan y les comunican nuevas direcciones, aumentando su violencia debido a las grandes diferencias de nivel que producen compresiones, expansiones, ascensos y descensos de los mismos.

Es de notar que, igual que en las costas existe el viento del amanecer y el del atardecer, el calentamiento desigual de las capas de aire de las cumbres y valles produce corrientes ascendentes al amanecer y descendentes al atardecer, desparramando su brisa por las laderas, especialmente en verano, algo que conocen bien los cazadores quienes, cuando van en busca de la pieza, lo hacen descendiendo de la montaña hacia el llano, en sentido contrario al que circula el aire, evitando así que el animal los pueda oler.

Estas características particulares de la montaña hacen que en toda época presenten una serie de dificultades capaces de producir accidentes, sobre todo si los desconocemos y no tomamos medidas para tratar de evitarlos. Estos accidentes potenciales los podemos clasificar en objetivos, o propios de la montaña, y subjetivos, o producidos por el propio individuo.

Los más importantes son:

1.- Aludes

Los aludes son grandes masas de nieve que se precipitan impetuosamente, deslizándose por las laderas de los montes con violencia arrastrando tras sí cuanto encuentran a su paso.

Su caída guarda estrecha relación con la climatología y, habida cuenta de la peligrosidad que supone su presencia y de los terribles efectos que pueden ocasionar, se hace preciso un perfecto conocimiento de las causas que los originan, así como de las zonas en las que se producen habitualmente, al objeto de poder adoptar las previsiones pertinentes para evitar el tránsito por los lugares peligrosos.

Tienen lugar en zonas del terreno de gran inclinación, desprovistas de accidentes que los contengan (árboles, grandes piedras, cambios de nivel, etc.) y cuando la climatología sufre variaciones bruscas.

Según sea el tipo de nieve, se distinguen las siguientes clases de aludes:

  • Aludes de nieve polvo. Se desprenden normalmente por caída de cornisas, paso de esquiadores o fuertes vibraciones del aire. En general son difíciles de formarse, salvo que reposen sobre fondos duros y lisos, en cuyo caso se desprenden con facilidad. después de la nevada, dos o tres días de frío hacen difícil su caída. Sus características son:
    • Siguen trayectorias imposibles de prever.
    • Se desprenden a cualquier hora del día o de la noche.
    • El alud va acompañado en su deslizamiento de grandes efectos destructores.
    • Producen una neblina de nieve que causa trastornos en las vías respiratorias.
    • La masa de nieve que se desprende contiene gran cantidad de aire, por lo que es posible la vida de las personas sumergidas en el alud durante un cierto período de tiempo.
  • Alud de nieve húmeda. Es típico en los períodos de bonanza que siguen a una nevada de cierta importancia. Se desprende por fusión de la capa superficial. Sus características son:
    • Alud en forma de bolas.
    • Es más peligroso que el de nieve en polvo y más veloz que el de nieve mojada.
    • Debido al peso y compresión de las bolas de nieve que lo constituyen suelen pulverizar cuanto encuentran a su paso.
    • Una vez detenido, se suelda, como consecuencia de la compresión, aprisionando los cuerpos arrastrados.
    • Generalmente, sigue trayectorias que pueden determinarse de antemano.
    • Tiene un amontonamiento característico.
  • Alud de nieve mojada. La nieve, cuando el calor aumenta, funde las capas superficiales, pudiendo llegar esta fusión hasta las capas profundas, por lo que el alud puede ser de superficie o de fondo. La nieve mojada es más sensible a las causas térmicas de ruptura del equilibrio que a las mecánicas, por lo que este tipo de aludes ocurren generalmente a las horas más cálidas del día o después de la puesta del sol. Sus características son:
    • Puede preverse su formación.
    • Es un alud que fluye de forma impetuosa, parecido a un torrente y, normalmente, sigue lechos conocidos.
    • Suele arrancar piedras, árboles, etc., por lo que no perdona jamás a sus víctimas.
  • Alud de planchas de nieve. Las planchas se forman a sotavento NOTA 31  , son porosas y muy inestables; generalmente, no se sueldan a las capas inferiores. Se precipitan por paso de esquiadores, que producen un corte en la plancha con su huella, o como consecuencia de fuertes vibraciones del aire. Este alud va acompañado en su deslizamiento por un ruido sordo. Sus características son:
    • Son aludes que resbalan.
    • Comienzan por el deslizamiento de una gran plancha, que después se parte en bloques más o menos grandes.
    • El esquiador arrastrado por el alud tiene pocas posibilidades de escapar de él.
    • Sus consecuencias no siempre son graves.

foto62.- Caída de piedras

Se producen más frecuentemente en época estival. La nieve o el agua se introducen en las grietas de las rocas y, al helarse, las rompen; cuando el sol calienta la roca, ésta puede caer al menor movimiento, presión o por su propio peso, por la acción del viento, por el mismo cambio de la temperatura o por el paso de personas o animales.

3.- Puentes de nieve

Se producen al unirse mediante una capa de nieve los bordes de grietas, oquedades o bocas de cueva. Son peligrosos al poder hundirse por el paso de personas o animales. Su resistencia viene determinada en función de:

  • La calidad de la nieve.
  • De la época invernal (mayor peligro al comienzo del invierno).
  • De la temperatura reinante (pueden ser practicables por las mañanas y no resistir el peso de una persona al mediodía).
  • De la superficie en donde se encuentran (en pendientes fuertes o en partes cóncavas son más consistentes que en pendientes débiles o partes convexas).

4.- Cornisas

Se encuentran en las crestas de las montañas. Se producen por la acción conjunta del viento, la gravedad y la cohesión de la nieve. Las líneas de ruptura posible no se encuentran normalmente en la vertical de la cresta, sino que se sitúan en el lado opuesto a la cornisa.

Se pueden desprender por su propio peso o por agentes externos (paso de personas o animales, cambios de temperatura, etc.). Son más peligrosas en invierno que en primavera y con temperaturas elevadas que con bajas.

5.- Ventiscas

Son el resultado de la acción combinada del viento y la nieve. Ésta, empujada por el viento, impide la visibilidad y desorienta, enfría intensamente el organismo, golpea con fuerza las partes descubiertas del cuerpo, ocasionando una sensación molesta y dolorosa que llega a producir el completo aturdimiento de los individuos sorprendidos por la ventisca.

6.- Tormentas

Son perturbaciones violentas y peligrosas que se registran en la atmósfera. Van acompañadas de viento, descargas eléctricas, lluvia o granizo. Fundamentalmente, se producen en época estival y son de corta duración.

Son más frecuentes en las zonas montañosas que en el llano. Las descargas eléctricas suelen ser numerosas en las crestas, picos y lugares elevados, así como en árboles aislados. El mayor número de ellas tienen lugar entre el mediodía y la puesta de sol, siendo el verano la estación más favorable para su desarrollo.

7.- Niebla

Fenómeno atmosférico muy común en la montaña, que se produce en lugares con un índice elevado de humedad. La niebla puede ser trasladada de unas zonas a otras por los vientos dominantes.

La niebla, aún siendo débil, disminuye notablemente la visibilidad, dificultando por ello los movimientos y provocando desorientación y extravío, por lo que es sumamente peligroso para quien le sorprenda en plena marcha. La niebla que aparece durante las primeras horas del día en el valle suele ser dispersada rápidamente por los primeros rayos del sol, siendo signo de buen tiempo si va acompañada de altas presiones. La que aparece y se agarra a las crestas suele tener mayor duración e indicar mal tiempo si la presión es baja.

8.- Frío y viento

La acción combinada del frío y el viento, que provoca una pérdida de calor en el cuerpo humano mayor de lo normal, puede provocar congelaciones, disminuir la circulación sanguínea y la capacidad de resistencia del cuerpo humano.

9.- El sol y el calor

El sol puede provocar quemaduras e insolaciones importantes, pues hay que tener presente que en la montaña su acción es más potente que en el llano.La reverberación de la luz, en caso de no llevar protegidos los ojos, puede provocar lesiones en los mismos, siendo mayor su efecto en terreno nevado.

El calor puede provocar deshidrataciones y golpes de calor, sobre todo en los fondos de los valles y en los circos.

10.- Lluvia, granizo, escarcha

Son fenómenos atmosféricos que pueden producir incomodidad. La lluvia, cuando es violenta, convierte a los barrancos más pequeños en verdaderos torrentes que arrastran piedras e invaden las zonas de terreno más próximas.

El granizo tiene los mismos efectos que la lluvia, además de ser peligroso por los golpes que puede producir sobre el cuerpo.

La escarcha puede humedecer todo nuestro equipo si no guardamos las debidas precauciones, además de convertir el terreno donde pisamos en resbaladizo.

11.- Falta de experiencia

La experiencia es el conjunto de conocimientos y de instintos relativos a las condiciones de la montaña, al tiempo, al material y de nuestro propio organismo y su capacidad de resistencia, experiencia que sólo se adquiere con una práctica prolongada. El carecer de ella puede provocar situaciones comprometidas. Se obtiene con el contacto con otras personas experimentadas y con la práctica montañera.

12.- Falta de técnica

La técnica es el conjunto de procedimientos y recursos de los que se puede valer el montañero para moverse con seguridad en ese tipo de terreno. Aproximadamente, el 25% de los accidentes de montaña son debidos a la carencia de técnica suficiente. Causas de accidentes por falta de técnica pueden ser, entre otras, unas aseguraciones defectuosas o el deficiente manejo de cuerdas, mal uso del piolet, unos crampones deficientemente sujetos, etc.

13.- Falta de entrenamiento, fatiga o deficiente alimentación

La montaña exige esfuerzos considerables. Por ello, un desfallecimiento alcanza más fácilmente a sujetos con mala o poca condición física que a los bien alimentados y entrenados. La marcha y la escalada exigen un trabajo localizado de grupos musculares poco entrenados en la vida corriente.

Los pulmones y el corazón tienen necesidad de aclimatarse a la altura, y un transporte brusco desde el llano hasta los 2.500 ó 3.000 metros puede originar el desagradable “mal de altura” con ocasión de un esfuerzo considerable. Debido a eso, es desaconsejable pedir a individuos no entrenados ni aclimatados esfuerzos prolongados o violentos.

14.- Incapacidad física y moral

Las lesiones de corazón, pulmón, sentido del equilibrio, visión deficiente, alcoholismo y toxicomanías son prohibitivos para moverse en vivir en montaña. Así mismo, la falta de espíritu de sacrificio, la emotividad exagerada, el carácter irascible, la falta de compañerismo y compenetración necesaria puede conducir a situaciones peligrosas y difíciles al presentarse los más ligeros contratiempos.

15.- Falta de atención

La distracción es imprudencia capital en montaña. Se puede producir, entre otras causas, por agotamiento del individuo que realiza un esfuerzo continuado, o bien después de actuaciones que requieran una gran concentración.

16.- Mala elección de itinerario y horario

Ambos están íntimamente ligados. Los errores que cometamos en su elección influirán notablemente en nuestros movimientos en la montaña. Una mala elección del itinerario o del horario necesario para llevarlo a cabo nos puede arrostrar serios peligros.

17.- Falta de conocimiento de las condiciones de la zona

Las circunstancias meteorológicas que pueden hacer variar las condiciones de una zona montañosa son: humedad, temperatura, viento, nubosidad y precipitaciones.

Las características de constitución de una montaña son: altitud, pendientes, tipo de terreno, relieve, orientación, vegetación, etc.

Todos estos parámetros es necesario que los conozcamos, aún cuando sea de modo sucinto, antes de adentrarnos en una zona montañosa.

18.- Mala elección del material y equipo

La falta de una elección minuciosa y detallada del equipo adecuado y necesario nos puede ocasionar serios problemas a la hora de adentrarnos en la montaña. La falta de un determinado material o del equipo adecuado sólo se hará notar en el momento en que nos sea necesario.

19.- La temeridad

La vanidad, la falta de razón o entendimiento, la falta de prudencia y la incompetencia hacen que frecuentemente personas no preparadas para moverse en la montaña se expongan a peligros sin haber hecho un meditado examen de ellos. La temeridad es, según las estadísticas, una de las causas más frecuentes de accidentes en la montaña con resultado de muerte, e incurren en ella quienes actúan sin un meditado conocimiento de los peligros que la montaña puede presentar.

(E.M.E., Manual. Vida y movimiento en montaña, Madrid, 1981)